

Este papel se comercializaba ya hace un siglo en París y es el ambientador más antiguo, natural y antiséptico que se conoce. Su quema no produce gases dañinos ni es perjudicial para la capa de ozono. La quema de este papel refresca el ambiente a la vez que lo purifica de malos olores, como el humo del tabaco, o el olor a húmedo de algún sitio que haya permanecido cerrado mucho tiempo. Es antiséptico, refrescante, cicatrizante y expectorante y actúa en la habitación en la que se produzca la quema del mismo.
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Encendido: Separar una lámina, plegarla en forma de acordeón, colocarla sobre un platillo resistente al calor, encenderla y soplar suavemente para evitar una llama, y que se pueda consumir lentamente. Elimina malos olores (cocina/fritura, tabaco, animales, humedad, etc.). También se usa en ambientes cargados, cuartos de enfermos, etc. Sin encenderlo: En armarios, cajones… desprende un perfume agradable y es eficaz contra polillas, mosquitos.
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Este papel se comercializaba ya hace un siglo en París y es el ambientador más antiguo, natural y antiséptico que se conoce. Su quema no produce gases dañinos ni es perjudicial para la capa de ozono. La quema de este papel refresca el ambiente a la vez que lo purifica de malos olores, como el humo del tabaco, o el olor a húmedo de algún sitio que haya permanecido cerrado mucho tiempo. Es antiséptico, refrescante, cicatrizante y expectorante y actúa en la habitación en la que se produzca la quema del mismo.
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